-El amor se había alejado, el exilio era tan largo que se hizo raíz aquí y ramas con frutos allá.
-Ya veo que acercarme a tus ganas se me hace imposible.
-Con el sabor de tu boca quiero sazonar mis besos y con el calor de tu cuerpo cocinar el mío. Sin dudas hoy cenaremos en la cama.
-Mi envoltura es de papel y aquí dibujo tus letras para que me abracen.
-No me acostumbro verte desaparecer. Te sé en la distancia. Allí donde se refugian los mortales tras los sueños.
-Volando a ras de suelo, pegadita a ti. No necesito altura si tu cuerpo es mi olimpo.
-Hace 41 años era un ser primitivo aferrada a la caverna rupestre del vientre de mi madre.
-Reencarnarme en luz, entrar por tu mirada y perderme en el alma. Así quiero vivir la eternidad, siendo tu inquilina, tu musa.
-Tuya en la desesperación y la espera. En la soledad y tu ausencia. Mía en el amor y las ganas, en la pasión y el deseo.
-A escondidas mis sueños te siguen abriendo las puertas.
-No busco entender, no quiero razonar, sólo quiero sentir y lo demás que venga después.
-Silencios, tan eternos, tan perpetuos como las noches en que no te leo.
-Él le dijo que para entrar a su salón debía de saber bailar; entonces ella le miró, sonrió y abrió sus alas.
-Déjame saber que entre tus suspiros se escapa alguno que es mío.
-Nadie sabe que cuando cierro los ojos te tengo a mi lado. Nadie sabe que cuando estoy en silencio te hablo. Nadie, ni siquiera tú lo sabes.
-Un abrazo líquido, un beso gaseado, un susurro espumoso y una mirada decorando este bello trago. Así te imagino y te bebo a sorbos.
-Ella busca. Pega su cabeza al piso y logra ver la luz que hay en tu interior. Alguien baila de puntillas ¿Será mi musa?
-Tu distancia es mi distancia, pero mi meta tal vez no sea la tuya. Algo me dice que no coincidiremos en el camino.
-Anuda tus deseos a los míos. Que los días le sumen nudos, para que cuando tiremos, esa bonita maraña nos haga inseparables.
-Sentirte se me hace difícil, pero no imposible. La constancia de pensarte te traerá de vuelta una y otra vez.
-Mis recuerdos vuelan en el cielo, pero al llegar la noche se refugian en el techo. Ahí los voy clavando a todos con la mirada.
-Y espero señales de algún código oculto entre tus letras. De esos que yo descifro a mi manera.
-Hoy he pensado cuando éramos nosotros.
-¿Puedo confesarte que mi amor se ha vuelto loco y que en ti la cura invoco?
-Es una pena que ardan solas las llamas de este amor que no se toca, pero que se siente y se quema en la distancia.
-Aquí siguen vigentes aquellos premios de amor que jamás me hicieron olvidar las promesas de tu cuerpo.
-Emnis Campos Calzado.
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