miércoles, 22 de julio de 2015

Mi exilio.




   Bendito aquel que tuvo el temple de abandonar el nido y aprendió a vivir desde la distancia. Benditos aquellos que buscaron refugio en tierra ajena porque en su tierra, sobraban los profetas, y sus ideas fueron perseguidas y anuladas. Bendito el que desafió los mares y navegó con la brújula que el viento le brindaba y se perdió entre manglares, pero al final llegó, corrió, saltó y cayó de bruces ante la libertad. Benditos los que sobrevivieron con esperanza y con fe, mientras perdían toda referencia de aquel horizonte conocido y viajaron hacia un mundo diferente, con espacios, costumbres, historias, culturas, personajes y valores totalmente nuevos. Bendito aquel que se sobrepuso a la confusión, al miedo, a la inexperiencia, a la marginación social y mezcló su identidad hasta fundirse en el medio. Bendito el exiliado, el expatriado, el desterrado, el expulsado.
 Y bendita yo también, porque así me decía mi madre y mis abuelos siempre que me marchaba de casa:  - Bendición mamita, bendición abuelo, bendición Papito y  me respondían "Santito mija, Santito".
Así que les hablaré de mi exilio personal, de aquel que comenzó cuando me alejé de casa la distancia suficientemente como para empezar a extrañar. Escuelas al campo, el servicio voluntario, la escuela militar, mi etapa de cadete en la universidad de medicina, la residencia, el trabajo y el matrimonio en sí, con la consecuente salida del país; hicieron todas ellas la suma de mi llamado exilio personal.  Y así, alejada de todo cuanto siempre había tenido, dígase familia y pueblo en general, pero sobre todo, de esa familia a la que tanto quiero, comenzó mi obstinada carrera, esa que me obligaba a insertarme en esas otras nuevas realidades con colores y sabores muy diferentes a los de mi pueblito natal.
 - ¡Sí, correcto! Llámenlo crecimiento personal, desarrollo físico o estadios de la vida; pero para mí fue como mudar la piel y dejar el alma a la intemperie una y otra vez.
    Toda aquella metamorfosis personal  vivida minuto a minuto, me fue llenando el morral de la añoranza, hasta tal punto que en cada despedida que me hacía mi madre, llorábamos tanto, pero tanto, que decidimos reír y hablar en vez de llorar;  pero que va, tras cada discurso de despedida, hasta el perro lloraba con nosotras a moco tendido. Inevitable, irremediablemente inevitable tal situación, sobre todo cuando tienes que dejar atrás tanto amor. Y ahí, en ese punto exacto de despedidas y tristezas, comenzaron mis dudas, mis crisis de identidad, mis inseguridades. Aquella adolescencia entrando en constantes fases de luto por la pérdida irremediable de mi niñez resguardada. Aquella, mi temprana juventud, se fue haciendo mayor, fuerte, luchadora, simuladora fiel de momentos tristes, experta en las perspectivas que la vida me brindaba en cada momento. Me fui haciendo sensible, pero a la vez, resistente de una fase que se prolongó en el tiempo donde no hubo retorno más que para cortas y estrictas vacaciones de regreso al hogar.
   Nunca he podido eludir mi exilio voluntario, digo voluntario porque no tiene nada que ver con la política, ni con el sistema;  tiene más que ver conmigo, con mi expatriación, con mi fuga hacia esa libertad controlada y ese espíritu de aventura que tengo de conocer que había más allá del lindero de mi casa, de mis fronteras. Y aunque en mi  trayecto migratorio he estado rodeada de personas increíbles, buenos amigos y mi esposo, me sigue acariciando esa soledad familiar que, por desgracia, no he podido palear y no he logrado tenerlos aquí a mi lado como me gustaría, porque si no, hasta los restos del perro que yacen en el patio de la casa, hubiese venido conmigo.
   Mi exilio fue temprano, y "gracias" que no fui sietemesina como mi hermana, si no, mi exilio sí que hubiese sido aún más prematuro. Ella por suerte (creo yo), aún pasea bajo las faldas de mi madre, mientras yo me agarro a las fotos y recuerdos de mi último viaje.
     Y así, como una más de este inmenso fenómeno grupal que es la inmigración, vivo enlazada en la lejanía con mi familia y amistades, acortando distancias a través de las palabras y simulando un bienestar que se ensombrece por tan prolongado desarraigo y sigo aquí; extrañando mi cuna, mi barrio, mi gente, y muy escasamente llorando mientras voy aprendiendo cada día las cosas maravillosas de este hermoso país que poco a poco me adopta.

          -. Emnis Campos Calzado.

 
 

viernes, 17 de julio de 2015

Amor Clandestino.

El amor clandestino surge en el momento en el que no nos conformamos con aceptar los límites de nuestra libertad personal. Cuando saltamos y transgredimos normas infringidas a un amor que jamás debió de tener fronteras. Cuando ese tozudo deseo nos lleva a un encuentro furtivo donde la ganancia no es más que un amor hipotecado, sufrido, siempre pendiente, sometido al juicio constante de la cordura y la frustración  latente de anestesiar nuestras voluntades y al mismo tiempo ese deseo irracional de rebasar los límites.
  - "No obedezcas a mi amor, así no seremos víctimas."
Nos dijimos en incontables ocasiones. Pero pudo más ese deseo azaroso de tomar a voluntad lo que tanto se nos negaba, y preferimos saciar ese apetito ilícito de robarnos miradas, besos, abrazos, orgasmos de pasión afectiva, tal vez intelectual o simplemente por una atracción sexual, porque al margen de todas  ellas, sigue el corazón matando a muerte un sentimiento imposible.
Saltarse lo prohibido no nos libera, sino que nos esclaviza, nos acota la libertad y nos arrastra todo el día entre el dilema del querer y no poder disfrutar a plenitud de ese fascinante juego prohibido de seducción y aventuras.
 Así son todas estas inconstantes emociones por la que transita el amor clandestino.

-. Emnis Campos Calzado.





miércoles, 8 de julio de 2015

El poder está en nosotros.

El poder está en nosotros.
Escucha como tu fuero interno se mezcla con el mundo que te rodea y desaparecen las barreras, los defectos, lo imposible. Que nada ni nadie nos quite las ganas de disfrutar de la vida.
Mutila los malos pensamientos, no le dejes siquiera cojera. Que se cansen, que se arrastren, que fallezcan. No merece el desaliento la más mínima compasión. Y si tenemos que desangrarnos en el intento, que la hemorragia nos alcance en libertad; porque aquello que está y que muchas veces no vemos, es lo que nos cura y nos llena de energía, es lo que nos repone y nos hace renacer y crecer en la adversidad.
Hay un mundo lleno de magia, y no está escondido. No te preocupes si no lo ves y no sabes por dónde empezar; ese primer paso es el camino y con el todo lo demás se pondrá a la vista, sorprendiéndote, llenándote, vivificándote.
La angustia, la falta de voluntad, el desaliento, la desmotivación, el enfado por lo que no tengo y por lo que no puedo, todos juntos se vuelven nuestros escombros y allí, ganando peso entre los incomprendidos, encima de las ganas, se fortalecen y aplastan.
Avanza, el oxígeno está, solo hay que levantar los brazos y verás como se hinchan tus  pulmones y flotarás.

El poder está en nosotros. Pon la vista siempre al horizonte y jamás perderás el cielo.
                              
   -.Emnis Campos Calzado.

Ángel corrupto

Eres mi momento infinito.
El polizón de mi espacio profundo.
Traficante experto de sensaciones perdidas.
Eres la grasa en la calma oxidada.
Eres pócima y conjuro reviviendo el fantasma de un amor dormido.
Y del letargo se despierta el ángel,
se da a la fuga, se hace corrupto,
le va el amor... ya es un convicto.

   -.Emnis Campos Calzado.

A mi madre.

Bendita eres entre todas las mujeres.
Y en tu vientre el milagro de mi vida.
Por eso:
Creo en ti y en el poder de tu amor infinito.
Ese que cura heridas y alivia los dolores más profundos. ...
Sobre mis llagas tus manos cálidas y entre tus labios besos que lo curan todo.
Eres divina, delicadamente primorosa y bella.
Te adoraré siempre, hasta el fin de mis días.
Veneraré y alabaré tu figura a toda hora y en todo momento.
Y si el dolor me invade, invocaré tu nombre apretando mis manos contra el pecho.
Mis rezos te traerán de vuelta una y otra vez y con el poder de ese amor infinito
aliviaré mis males y curaré mis penas.
Saber que existes, que te he visto y te conozco, todo eso me sosiega.
Que mis demonios mueren tras tu imagen y benevolencia
y contigo la paz siempre llega.
Eres la réplica exacta de otra santa llamada abuela,
a la que recuerdo siempre misericordiosa y buena.
La magia de volver abundancia la carencia,
de hacer de la miga un pan que sabe a gloria y que llena.
Eso solo lo puedes hacer tú, MADRE, de veras.
Entonces.
¿Cómo creer que existe algo más, si tú lo eres todo?

-.Emnis Campos Calzado. (E)
  Foto: Mi madre. Milsa Calzado Lisabet.

Adúltero felchazo.


No sé lo que hay más allá de o después de, pero ahora  lo que hay es una mujer en la distancia, a la que increíblemente tú le has despertado sus fieras. Una mujer en tu distancia, sonsacando tus ganas, disfrutando tus palabras. Una mujer que repta sedienta en tu cabeza encontrando la manera de tocarnos sin hacernos daño. Tratando de hacer realidad lo imposible. Soportando el conformismo con repugnancia. Una mujer que te piensa, que no sabe por qué razón te desea. Que en años no te ha visto y ahora repara en ti con unas ganas incoherentes. Una mujer seducida, encantada, que se iguala a tus ganas, que comparte y despluma sus confidencias. Una mujer que ahora mismo desearía tener alas y volar.

  Es el tono de tu voz oculta, es la clandestinidad de nuestra efímera relación, es nuestro secreto ese otro más allá. Eres tú en mi distancia y soy yo en la tuya, encontrando atractivos y tratando de suplir como sea todo esto que sentimos así, de la nada. No pensé ni por un segundo que tú también podrías ser mi adicción, y míranos aquí, atados a esta forma de locura que pocos por miedo, le llaman amor. Anoche, mientras yo dormía te sentí a mi lado, he despertado y siento que sigues aquí, amarrado a mi espalda, anclado a mis caderas, respirando en mi nuca, con tu frente pegada a mi pelo, amándome  tan profundamente que mi cuerpo ahora mismo ha nacido de ti. Que placer, que deseo, que vicio, que juego de seducción, que manera de meternos el uno con el otro hasta el punto de desearnos felices, complacidos, pareja. 

  Mi vientre está en pie de guerra. Ha comenzado un conflicto entre dos mundos y se avecinarán tiempos difíciles donde el alma y el espíritu  debatirán su felicidad, mientras el cuerpo permanecerá al margen esperando  la rendición o la victoria.
Yo solo deseo sábanas blancas y paz, es difícil, espero que nadie salga lastimado en todo esto, porque tu físico en mi física no sé, pero tu química ya me ha conquistado.

   -.Emnis Campos Calzado. (E)

"Canción de barrio"

"La ciudad se derrumba y yo cantando." Silvio Rodríguez.
Sus letras unas veces llanas otras exquisitas, nos representaba un ídolo musical, una enseña, un símbolo de la sociedad en la que nací y me crie. Trovador, con una oratoria y un verbo entre cuerdas tan impresionante, que tal vez su talento vocal tan criticado, muy poco nos importaba.
Recuerdo la primera vez que la tele en blanco y negro que había en mi casa le puso rostro y yo reparé en él. Era un concierto en la escalinata de la Universidad de La Habana, tendría yo unos once años por ahí y décadas después entre desfiles universitarios y noches de escapadas a conciertos, pude al fin descubrir el color de su guitarra y tararear las canciones aprendidas. Él creía en sus letras, se sabía profeta en su tierra y más de una vez bajó el tono de sus cuerdas para en un gesto algo suficiente, mandarnos a callar, tal vez porque sentía la necesidad de comunicar con extrema claridad las letras que ya muchos sabíamos. Éramos muchos los que llevábamos libretas llenas de sus versos y recortes de canciones.
Un habanero con su instrumento a cuesta, peregrino en una isla preñada de su música y huérfano de su presencia, que por fin se adentró en los barrios y municipios de nuestro país al encuentro del pueblo profundo, de genios del invento y de la supervivencia. Creo que sabía que había llegado la hora de bajarse de aquellos exclusivos escenarios, alejarse de las escalinatas, los salones y los teatros y tejer una nueva ruta que le llevara a esa Cuba invisible, marginada, donde hasta el polvo del camino describe a una sociedad sedienta del cambio y de un futuro mejor, pese a que algunos rezan que "...como pobres, vivimos bien."
Me admira el salto que ha dado mi pueblo oculto, respirando ahora a través de los medios y documentales como el que aquí comparto. El reflejo de mi gente que ya no se silencia, que vive una época de intentos, con la necesidad permanente del invento exacto que les lleve a encender lo muerto. Se destapan poco a poco los rincones despojados, las tripas de una sociedad compleja mirada de reojo.

  -.Emnis Campos Calzado.
 

Rondando abismos


- Andaba yo tocando fondo hasta que el amor me llevó a la superficie.
- Las historias de amor se suceden cada día, como cada día se lapidan sentimientos a la espera de un regreso.
- Nuestros deseos nos separaron y las ganas de estar donde queremos justifica la distancia.
- Vivir para sentirme de mil maneras y existir en todo lo real que me rodea. ...
- Te busco dentro de un laberinto de sensaciones.
- Una mente con alas. Así es la anatomía de un amor que vive del recuerdo.
- Entre Tú y Yo, poco que decir y mucho por hacer.
- Me paso los días oxigenando mi mente con tu poesía.
- La esperanza de verte pasa por unas eternas vacaciones. Retornar al lugar donde te quiero es un deseo postergado en el tiempo.
- Eras el último de la fila pero siempre me las ingeniaba para mirarte.
- La aburrida sensación de vivir en tierras del paraíso, cuando todo lo que añoras es jugar en el jardín del Diablo.
- Réplicas de frases con epicentros diversos. Maremotos de letras. Barcas de Noé que mantienen a flote palabras que nunca naufragan.
- Creo que es tiempo de modernizar la imagen de Cupido.
- Al parecer soy un blanco muy difícil para Cupido y cuando me roza, ni siquiera acierta.
- Miradas que no fueron para siempre. Besos de amor que fueron despedidas. Abrazos con palmadas de compasión y yo, creyendo en el amor.
- Si vas a pasar por mi vida, por favor, que sea despacio.
- Somos muchos los que tenemos la habilidad para encontrar el rastro equivocado.
- Nadie nota la música que hay en tus palabras, unas veces de saxo otras de piano, otras aunque indescifrables, sé que son tus dedos tocándome.


-.Emnis Campos Calzado.