Envejecí desde el minuto cero en que nací, cuando empezaron a crecerme las uñas y en las sábanas quedaban restos de mi recién nacida piel. Mi ancianidad no es nueva y los años sólo me llevan al final de un viaje con fecha de caducidad. Mi ancianidad quiero culminarla con un beso sin dientes en la mejilla de mi esposo amado, sin aferrarme a un presente que vence tras un segundo. Quiero ser senil sólo en apariencia pero en mente , sentir que aquellas curvas de Pitágoras y átomos de laboratorios aún rondan por mi cabeza .
Es un reto aceptar lo irreversible... y ya lo sé, pero si he de pedir antes de morir , que sea bueno !!! Quiero asumir la vejez con optimismo para ser sana hasta la muerte. Si he de dejar residuos, jejeje , al menos que sean ecológicos en cuerpo y alma.
Por eso digo que cuando llegue a la antesala de la fragilidad y la precariedad, aprenderé a decir adiós.
-.Emnis.
Afrontar la vejez con dignidad y la frialdad necesaria precisa de un aprendizaje. El aprendizaje que todos recibimos pero, como todas las enseñanzas, unos absorbemos y otros no, o no tanto.
ResponderEliminarCabe para ello anotar qué ha vivido la mente; no tanto el cuerpo, que envejece biológicamente sin remisión. A la mente le queda la posibilidad de la eterna juventud y eso es cosa de actitud. Ser joven hasta la desaparición de la consciencia sí es una decisión, eso sí, una decisión para la que hay que prepararse toda la vida.
Saludos agradecidos.
Crepusculario.