Mi memoria potencia tu presencia, pero a ratos olvido las facciones de tu cara y ni siquiera recuerdo si tus ojos eran verdes o café. Tus risas y tus gritos resuenan en mi cabeza como ecos que se apagan, mientras me empeño en guardar tus carcajadas como un talismán para el camino.
No hay principio ni fin en tu partida , no hay espacios llenos ni vacíos, solo la muda calma de tu ser ausente y mi corazón que late a un ritmo casi en asistolia.
Por qué te fuiste mi pequeño camarada; dónde está tu cuerpo que al mirar al cielo yo no veo nada. A quién susurro las historias de piratas y dragones, si entre tu ser y mis recuerdos sólo hay tiempo, espacio, nada.
Quédate conmigo principiante, ahora soy mujer en cuerpo y esperanzas, pero en alma sigo siendo aquella niña del vestido blanco que una vez manchaste. Dónde está ese puente que me cuentan puedo yo traspasar para alcanzarte. Dónde está esa luz que me decían, brillaría en las noches más oscuras. ¡Son muchas! me respondo, y al final tu espíritu me dice... En tus ojos está la luz de mi mirada.
Quédate conmigo, no te vayas. Deja que cien años no sean nada y un segundo sea la eternidad cuando me hablas.
¡Quédate conmigo, no te vayas!
-.Emnis.
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