martes, 7 de junio de 2016

"Eternas ganas de amarte como eres"


Quizá pienses que nadie te quiere,
que nadie suspira sintiendo tu olor ya cerca, ya confundible.
Puede ser que creas
que con tu pasar de huracanes
solo hayas cultivado enemistades, vícios, picardías,
experiencias amargas y regocijos malvados.
Que solamente merezcas comentarios indigestos
y chismes con labios apretados.
Así, así como tu vecina,
la que tiene el marido alcohólico
y su hijo mayor cumple cárcel por actos de terrorismo.
Mas por sentado que te odien,
que te odien por liberal, por joven,
por desparramar risas y tararear canciones de moda,
por esconder tristeza tras la más pequeña y dulce de tus miradas,
por responder con una sonrisa al piropo de la exconvicta
que vive en la esquina.
Es verosímil que no creas en los santos,
que ni siquieras leas la Biblia que tanto manoseaste
y que ahora se pudre en un rincón
sinvindo de pasto a las polillas.
¿Mas, de dónde vendría yo?
¿De qué raza degeneré?
¿De cuál de las doce tribus de Jerusalén me expulsaron?
¿De qué cataclísmo salí ilesa, si no te amara como te amo?
Si no llegaras como un rayo trastocando mi cara cual "Estatuas de Pascua"
en la más plácida actuación  de una de las caricaturas de Walt Disney.
Si no terminara mi carrera de hierbas y fango,
de hormigas y bananas con velocidad cósmica
para correr donde tu fuerza, tu presencia, tu experimentada voz,
voz sobre andamiaje sabio,
andamiajes con vigas de vivencias y tornillos de moralejas.
¿De qué virtud me podría vanagloriar
si no fuera la de encenderte un cigarrillo
o darte mi opinión quijotezca en tiempos de sequía en tu alma,
o en momentos de presencia de esa infertilidad
que a veces nos aqueja la conciencia?

Yo, de las dos, la menor,
que miramos durante nueve meses
las pinturas rupestres de una misma caverna,
pero en tiempos disímiles;
no tengo que acudir a sortilegios,
no tengo que recurrir a magos, hechiceros,
ni al señor de los anillos, para lamer tu culpa,
para extinguir las fuerzas que escaparán tus juegos
y gritar, no con voz, no con alaridos, ya no con palabras,
sino con mi presencia, mi paciencia y mi fuerza.
Para repeler con manos atadas
y poner en juego hasta la geografía de mi rostro,
para torturar a quien te golpea,
para vocear a quien te hiere,
para mofarme de quien te critique
y para dar a probar del amor
a quien te envidie.

-.Emnis


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