Tus recuerdos cumplen fiel la promesa de
martillarme.
Tus recuerdos como salidos de la pluma del profeta de los
martirios,
se anclan a mi presente dejando varado todo afán de
olvidarte.
Si te digo que olvidé las sobremesas,
tu despertar y
los malos entendidos, yo te miento.
Tus palabras, aquellas que adornaron
las pulidas maniobras
para lograr que yo fuera marioneta; siguen aquí,
rebotando entre mis cienes.
Todavía me preguntan por ti y oculto
mis marcas y los hilos.
Todavía a pesar del tiempo y la distancia, me
regalas una tarde triste.
-.Emnis.
Sonríeme a mi. A mi, al de al lado, al de al lado, y al otro, y al otro. Sonríete a ti. y comparte tu sonrisa. Ante un martillo lo mejor es amartillar. Con él en la mano se entiende todo mejor, las razones del martillo que golpea y las soluciones del clavo que clavas.
ResponderEliminarCrepusculario.