domingo, 6 de enero de 2013

"Una chimenea para Santa Claus"

   Por quitar la chimenea me he quedado sin regalo, pero espero que los Reyes Magos sepan tocar el timbre de la puerta, porque tampoco tengo arbolito y las puertas permanecieron cerradas toda la noche.
Nací en un país donde a Santa Claus, Melchor, Gaspar y Baltazar se les denegaba el visado para entrar, donde la navidad era sólo un rumor entre religiosos y la única verdadera ideología se llamaba "COMUNÍSMO", con su Rey al más estilo "Papà Noel" pero enfundado en traje verde olivo y con la saca de regalo en la punta de sus dedos; el dedo era su varita mágica y las charreteras doradas con sus ramas eran las luces y guirnaldas. Las ilusiones eran otras, sin negar que fueran maravillosas.

  En mi jardín no habían pinos, sólo cactus, y los regalos no llegaban, se buscaban y canjeaban con bonos de colores que mi madre guardaba en su cartera. Si, la ilusión era otra, diferente diría yo; un sueño traducido en recortes de papel que traían a casa granjitas llenas de animales, máquinas de cocer y reducidas muñecas soviéticas perfectamente arregladitas y que, sin embargo, habían nacido en China.
     Nunca le he escrito una carta a los Reyes porque la magia de la navidad no venía incluida en el paquete. Aún hoy sigo mirando con incredulidad estas fechas, pero espero que dentro de mi cabeza idealista y ya fosilizada sigan renaciendo brotes verdes de cactus, pinares y luces de colores para dar la bienvenida a los Reyes Magos, porque aunque Noel no bajó nunca por la chimenea, mis medias solo se colgaban para secarse y los tres magos siguieron de largo hacia el Sur, ya preparo otra chimenea...Ah (un secreto): El año que viene el Claus lo tiene difícil, la chimenea es una estufa y tiene el escape un poco estrecho, no creo que quiera ponerse a dieta.

 -. Emnis

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