El amor clandestino surge en el momento en el que no nos conformamos con aceptar los límites de nuestra libertad personal. Cuando saltamos y transgredimos normas infringidas a un amor que jamás debió de tener fronteras. Cuando ese tozudo deseo nos lleva a un encuentro furtivo donde la ganancia no es más que un amor hipotecado, sufrido, siempre pendiente, sometido al juicio constante de la cordura y la frustración latente de anestesiar nuestras voluntades y al mismo tiempo ese deseo irracional de rebasar los límites.
- "No obedezcas a mi amor, así no seremos víctimas."
Nos dijimos en incontables ocasiones. Pero pudo más ese deseo azaroso de tomar a voluntad lo que tanto se nos negaba, y preferimos saciar ese apetito ilícito de robarnos miradas, besos, abrazos, orgasmos de pasión afectiva, tal vez intelectual o simplemente por una atracción sexual, porque al margen de todas ellas, sigue el corazón matando a muerte un sentimiento imposible.
Saltarse lo prohibido no nos libera, sino que nos esclaviza, nos acota la libertad y nos arrastra todo el día entre el dilema del querer y no poder disfrutar a plenitud de ese fascinante juego prohibido de seducción y aventuras.
Así son todas estas inconstantes emociones por la que transita el amor clandestino.
-. Emnis Campos Calzado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario