lunes, 3 de octubre de 2016

Caliente...Amargo...Fuerte...Escaso: - ¿CAFÉ? No gracias.

 

     Las fronteras del valle donde yo nací son enormes montañas llenas de bosques de pinares preñados de café. Entre pendientes y barrancos, la niebla y las lluvias crece un arábigo de altura al que no le falta de na. Quienes han disfrutado del verdadero grano cimarrón, saben de lo que hablo.  El olor del café recien colado me fascina, pero del café, caféééé, de ese que yo veía llegar a casa en granos multicolores y que mientras ayudaba a despulparlo me los iba metiendo en la boca para comerme la escasa masa dulce que había entre la corteza y el grano, ese que se secaba en bandejas al sol y se tostaba en un caldero prieto de puro aluminio y que me dejaba los dientes negros porque hasta tostado, caliente y pegajoso me los metía también en la boca para saborear esa mezcla de azúcar quemada y café, hablo de ese grano que se hace polvo entre la masa y el pilón o en un molino. Sí, hablo de ese que viene directo del monte al vaso sin perder su esencia y  no del café racionalizado, adulterado, enchicharado y empaquetado como si fuese pasto seco para el ganado que les vende el gobierno a la mayoría de los cubanos de a pie, de ese mejor ni hablar porque se me agotan las palabras tiernas.
   Y así como el olor a tierra mojada me lleva hasta el umbral de la puerta de mi casa en unas de esas tantas tardes de mayo con espectaculares aguaceros; el aroma del café acabadito de colar me pone sentadita frente a mi abuela en un taburete recostado a la pared mientras voy disfrutando del arte con la que con una mano meneaba la cuchara para ir ahogando el polvo del café en agua hirviendo y con la otra acercaba el jarro para zambullir casi completamente la ubre de tela en un intento de atrapar todo el aroma se su colada. Y  como una maestra de orquesta, hacía su propia armonía natural entre el empinao, la cuchara, su jarrito y el chorrito haciendo espuma mientras se escapaba la música en forma de aromas y sensaciones. 
   No tomo café, nunca pido un café, nunca digo "¡Hay si quiero! cuando me brindan café. Muy escasamente cada tres o cuatro años cuando voy a Cuba y en mi casa o en familia,  suelo meter en un jarro pequeño galletas duras y restos de ese último chorro con un sabor casi moribundo pero bien caliente de agua clara de café colado. En un intento de acercarme a mis orígenes, engullo con nostalgia mi galleta con el adúltero café y miro en los ojos de mami una fosilizada resignación  del no remedio, de lo inalcanzable, de lo casi imposible y lejano que ha quedado nuestro legítimo café, hoy empaquetado, emperifollado y alejado de nuestros paladares. Ja Ja Ja Ja... sé que es una locura no disfrutar de tan singular y corta bebida única en su especie, pero es que esta es una de las verdaderas relaciones que tengo con tan apreciado consumé. Mami se acostumbró tanto al café de la bodega, que cuando prueba un buen café lo encuentra amargo, intenso y agresivo a su paladar. Y yo, ni hablar, en algún lugar entre los granos multicolores y las cápsulas  multimarcas mis papilas gustativas perdieron el interés. Solo puedo decir que me encanta su olor, me encanta su color,  incluso me fascina todo el ambiente que genera la espera y las reacciones tras los primeros sorbitos de un café, pero que te aproveche y lo disfrutes, yo lo siento, gracias, no tomo café. 

  -.Emnis Campos Calzado

     

jueves, 25 de agosto de 2016

"La Escritura"




Era la época bruta de la piedra y el palo,  y entre simbólicos surcos y frescos rupestres
nacían los primero y más arcaicos trazos que inmortalizaron momentos  para recordar.  
La necesidad de comunicar algo que perdurara en el tiempo, de demostrar nuestra imaginación y verdad, se hicieron patentes por los siglos de los siglos.  Las tablillas de Tartaria, los jeroglíficos  sobre piedras y  los papiros egipcios, fueron  los primeros soportes de un puente que haría camino por el mundo  a lo largo de la historia, bifurcándose y encontrando  nuevas formas de interpretación para el que llegó desde muy lejos. 
Los siglos  se encargaron de moldear  los trazos; unos encontraron suavidad en la escritura, otros exquisitos formatos  regionales y así, la larga tela de araña que comenzó siendo una raya, se fue enredando en el tiempo para hacer de cada nudo un dibujo, donde unos veían números otros veían símbolos y casas. Y así, separadas y dispersas llegaron a nuestro siglo con tejidos diferentes, pero con significados comunes para  enlazar palabras que describen objetos,  sentimientos, acciones.
Ellas, las letras,  enriquecidas con todos los elementos y experiencias necesarias empezaron a atesorar historias, se combinaron entre sí para ser más fuertes en las oraciones, los párrafos, las prosas y los discursos, y se atrincheraron entre las páginas de un libro para ser invencibles y eternas.
Ellas tienen el poder, son dueñas y señoras de toda nuestra historia y nuestras vidas, deciden sobre nuestros sentimientos. Las más puras son sinceras y las más falsas traición.
En el cuerpo de una letra puede haber tanto vida como muerte. Una letra puede dar oxígeno o arrebatarte el aliento. Ellas tienen  la facultad expedita  de la oratoria que cambie el mundo que nos rodea  o el discurso que lo destruya, son el contingente del todo y sin ellas, seremos solo mímicas y muecas.
Ayúdanos a que las letras siempre estén a buen recaudo, a que  la fuerza de sus lazos sirva para unir, no para separar, para entendernos, no para incordiar, para recordarnos, no para olvidar.

-.Emnis  Campos Calzado
 PD.  Muchas gracias Jorge García por regalarme la idea  y dejar que yo la transformara.

martes, 16 de agosto de 2016


                            "No puedo evitar desear ese aire que te sigue a todas partes"
      

 
 






"Un poeta enamorado de tus ojos"


Érase el poeta sepultado en rectángulos de papel,
era todo su espacio y allí aguardaban apretadas sus ganas
en un único y estrecho remanso que se abría a la esperanza
y detrás de él, oradores osiosos, filósofos amodorrados y la muerte sedentaria.
Era el poeta con toda la tinta y dedicación
aferrado en perpetuar lo que pasó  con una caricia
que le dieron en los entrantes de su ternura.
Ya había discursado sobre la humedad de una selva tropical
y del brillo de los hielos perpetuos,
pero su pluma extenuada y la letra insensible
hablaban de dos esferas amazadas al estilo de Dios
y unidas para solo una mirada.
Anduvieron sus fuerzas ambientadas en muletas
ganando fama entre los incomprendidos,
mientras su pluma gris y prismas angulares
alumbraban el fin de su esperanza .
Y era el poeta ansiando la muerte
para librar un gramo su dolor,
pero contaba con un cargamento de estrellas
que con otro no pudo compartir,
y era el poeta apagando silencios
por aquel préstamo de sol aferrado al recuerdo.

-.Emnis Campos Calzado



jueves, 28 de julio de 2016

"El jardín de las delícias"


Y dejamos de ser tú y yo para convertirnos solo en un recuerdo de nosotros. Creamos nuestro propio jardín de las delícias, como si El Bosco nos mezclara en sus locuras y les dijera a todos que fuimos dos cuerdos despojados de sus miedos viviendo a fondo una delirante aventura de pura pasión sin más ataduras que el tríptico secreto que se cierra tras la pausa de las ganas, los deseos y suspiros, y del otro lado mirándonos, el mundo por defecto y nuestras vidas.
-.Emnis

lunes, 25 de julio de 2016

"Mis fotografías"

(1978)

   En mis cajones y álbumes de fotos guardo una mezcla de todos los tiempos.
Ese mismo tiempo que olvida, nos trae de vuelta disímiles recuerdos narrados en hojas de papel. Y es que el poder de una foto de antaño es la máxima expresión de los detalles de una historia que se escapa entre mis manos oliendo a lo que huelen las fotos viejas, a vainilla y cortezas de abedul.
   Y mientras el tiempo se transforma en recuerdos y el recuerdo visible lentamente desaparece, me va quedando tiempo para seguir navegando entre las fotos y hacer un viaje de ida  y vuelta al pasado en un segundo, una y otra vez.

(Mi abuelo Rafael Calzado, de pie y con sombrero, el primero a la izquierdade la foto. Reconozco a mi tío Chale y al tío Félix)

   Me doy cuenta que quedan frente a mí, solo fotos con el color de la imaginación y el recuerdo. Imágenes que van rescatando latidos del olvido e inmóviles personas que no duermen jamás. Fotografías que se vuelven inmortal y que ahora forman parte de simples biografías familiares con el único favor de generar en nuestro ser ecos de risas, de voces y de cantos. Un relámpago de luz y un disparo arrebatando miradas ingenuas, posturas, siluetas y encantos, para crear momentos que murieron tras la pausa y dejar la vida como en una dimensión detenida.  
   Fotogramas que pasan frente a mis ojos como si esas vidas atrapadas fuesen simples "déjà vu",
pero lo real, es que entre ellas, yo estuve allí, con bucles en el pelo y de costura en rojo con encajes blancos. Colores con tintes tan intensos que aún permanecen en mi memoria hasta que los destiña la muerte.

(1981)
 Y ahora, antes de que la celulosa se transforme y la lignina se esfume para siempre, me encuentro atrapando lo atrapado en un intento por salvar recuerdos de mis primos chicos, mis abuelos vivos y hasta la gente del barrio que ya ni siquiera recuerdo. He convertido a mi ordenador en una especie de barca de Noe intentando poner a salvo fotografías que me inyecten antídotos contra el olvido, y mientras las miro, hago indudablemente un increíble viaje entre el pixel y la analogía, ¡con tanta alegría!, que regreso a tantísimos lugares que me devuelven imágenes tan familiares y afectivas como si hubiese sido ayer que estuve allí. Mimar las fotos que a nadie más les interesarán y  que se perderán y desaparecerán con el pasar de los años, me dan al menos ahora, el poder de sentir aún trenta y cinco años después, el sabor de aquel pastel de mi octavo cumpleaños.
   Son todas ellas la magia del tiempo reunida en un cajón o en un ordenador, regalándonos todo lo que fuimos y que no seremos jamás. Trocitos de momentos insalvables navegando en mi retina y anclados a mi alma. Y aquí están, reliquias de la vida sobre el papel y otras que perdidas en la red, tal vez un día  emergerán como los restos increíbles de las torres de Babel.


A mis fotos, por todo lo que generan cuando las miro, con amor.


-.Emnis