martes, 9 de agosto de 2016
jueves, 28 de julio de 2016
"El jardín de las delícias"
Y dejamos de ser tú y yo para convertirnos solo en un recuerdo de nosotros. Creamos nuestro propio jardín de las delícias, como si El Bosco nos mezclara en sus locuras y les dijera a todos que fuimos dos cuerdos despojados de sus miedos viviendo a fondo una delirante aventura de pura pasión sin más ataduras que el tríptico secreto que se cierra tras la pausa de las ganas, los deseos y suspiros, y del otro lado mirándonos, el mundo por defecto y nuestras vidas.
-.Emnis
lunes, 25 de julio de 2016
"Mis fotografías"
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(1978) |
Ese mismo tiempo que olvida, nos trae de vuelta disímiles recuerdos narrados en hojas de papel. Y es que el poder de una foto de antaño es la máxima expresión de los detalles de una historia que se escapa entre mis manos oliendo a lo que huelen las fotos viejas, a vainilla y cortezas de abedul.
Y mientras el tiempo se transforma en recuerdos y el recuerdo visible lentamente desaparece, me va quedando tiempo para seguir navegando entre las fotos y hacer un viaje de ida y vuelta al pasado en un segundo, una y otra vez.
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(Mi abuelo Rafael Calzado, de pie y con sombrero, el primero a la izquierdade la foto. Reconozco a mi tío Chale y al tío Félix) |
Me doy cuenta que quedan frente a mí, solo fotos con el color de la imaginación y el recuerdo. Imágenes que van rescatando latidos del olvido e inmóviles personas que no duermen jamás. Fotografías que se vuelven inmortal y que ahora forman parte de simples biografías familiares con el único favor de generar en nuestro ser ecos de risas, de voces y de cantos. Un relámpago de luz y un disparo arrebatando miradas ingenuas, posturas, siluetas y encantos, para crear momentos que murieron tras la pausa y dejar la vida como en una dimensión detenida.
Fotogramas que pasan frente a mis ojos como si esas vidas atrapadas fuesen simples "déjà vu",
pero lo real, es que entre ellas, yo estuve allí, con bucles en el pelo y de costura en rojo con encajes blancos. Colores con tintes tan intensos que aún permanecen en mi memoria hasta que los destiña la muerte.
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(1981) |
Son todas ellas la magia del tiempo reunida en un cajón o en un ordenador, regalándonos todo lo que fuimos y que no seremos jamás. Trocitos de momentos insalvables navegando en mi retina y anclados a mi alma. Y aquí están, reliquias de la vida sobre el papel y otras que perdidas en la red, tal vez un día emergerán como los restos increíbles de las torres de Babel.
A mis fotos, por todo lo que generan cuando las miro, con amor.
-.Emnis
miércoles, 22 de junio de 2016
"Amor y deseo en la distancia"
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Duy Huynh |
Nos buscábamos con toda la osadía de quien descubre el mundo.
Escapando casi a nuestras vidas.
Devorándonos a ciegas sin dejar tiras de la piel que no tocaran las palabras.
Vaya manera de llenar ausencias,
a golpes de imaginación, que con ella, nada es imposible.
Nos buscábamos en silencio, entre gemidos prestados,
entre la fina cordura de una vida apacible.
Con los deseos drenando ganas.
Diluyendo la distancia a golpe de suspiros reciclados una y otra vez;
desesperados.
Nos encontrábamos entre minutos eternos de paraísos prestados,
a cualquier hora, yo en mi futuro y él con diferencia,
aún en mi pasado y sin embargo, al mismo tiempo nos amábamos.
Nos encontrábamos más allá de la física,
donde la química conecta el alma con los cuerpos en paralelo pero en serie las miradas.
Y así una y otra vez nos buscábamos, nos encontrábamos y nos amábamos.
-.Emnis
martes, 14 de junio de 2016
Mi abuela Nora
Miro esta foto de mi abuela Nora y mi mente se pone como en caída libre. Hace
más de dos décadas que ya no cumple años.
Es posible que tampoco hubiese llegado
hoy a cumplir los ochenta y ocho, tal vez sí, pero quedó una dolorosa posibilidad totalmente incierta.
Llevaba días en esa
curiosa posición pre-mortem, con la mirada enganchada al techo y diluyendo lo poco que le quedaba de vida
entre las sábanas blancas de aquel hospital, y mientras el cáncer se dividía y multiplicaba
en su interior, su espíritu dejó de luchar y abandonó su física y enferma figura. Yo no sé si
encontró alivio al final del camino, quiero creer que sí, pero mientras se
fugaba involuntariamente hacia la muerte, nada ni nadie a su alrededor pudo
retenerla, ni siquiera el amor de todos sus seres queridos. Me duele el día y
me sigue doliendo el recuerdo de aquel instante. Empezaba así el primer salto base de mi corazón, directo al abismo del dolor y sin paracaídas, en picada, interminable, horriiiible. Fue uno de esos
momentos que no se borran jamás, y que justo ahí, en esa porción brevísima de
pérdida, empiezas a comprender que nada es para siempre, que aquello que más
quieres no te pertenece, que somos vulnerables y que es muy fácil quedar a merced de la despiadada y egoísta muerte.
No hay edad adecuada para perder a la persona que amas. La
gente finge prepararse, pero no es verdad, se sufre desde el momento cero, incluso antes
de que nada pase, porque el pensamiento te lleva en algún momento de la vida a
pensar en eso, en si sucede, en que jamás lo quieres, ¿pero... y si pasa? - ¡Dios,
que fuerte!
Mi abuela merecía morir a los 120 años y no a los 63. Antes de enfermar tenía entonces la misma edad que tiene hoy mi madre y estaba llena de mucha vitalidad. En su cara aún perduraban las huellas de un accidente que le provocó una fractura en la mandíbula, pero era un bello defecto que la caracterizaba por una sonrisa especial y una expresión de fuerza y nobleza a la vez, que era difícil no amarla con tan solo una mirada. Pilar de una familia numerosa que crecía revuelta, pero unida en torno a su vida. Era la matriarca de un clan familiar que llevan más rasgos de ella que de mi abuelo, y no faltaban nietos para entretenerla un rato, y aún así era intensa con todos y cada uno de nosotros.
Quedarnos al cuidado de mi abuela mientras mi madre trabajaba, era como estar en un cole sin perímetros ni reglas, pero con una permisibilidad controlada, y aunque delante de su naríz mi primo perdió dos dientes, mi hermana mudaba una vez más el pellejo de su maltrecha rodilla y yo me precipitaba por un agujero a más de tres metros, al final de la jornada terminabamos todos sentados, bañados, remendados, peinados y listos para la repratriación familiar como si nada hubiese pasado.
Verla cada día era una bendición. La abuela era como un regalo en forma de ángel sabio ante nuestros ojos, y pese a que no encontró la cura para su cáncer, tenía remedios para todo y para todos. La recuerdo invocando a los santos mientras hacía cruces en mi panza, me recomponía el estómago con masajes en las piernas o me quitaba la picazón del cuerpo con mejunjes de romerillo. Sus manos santas curaban erisipelas, malos augurios y hasta dolores de muela. Pero lo mejor estaba en su alma, porque con su bondad, curaba también desamparos, rechazos y soledades. Su infinita generosidad hicieron de ella una mujer piadosa y quienes a su lado buscaron ayuda, encontraron lo mejor del ser humano.
Su muerte seguirá siendo el flash que me deslumbre el alma por momentos, pero en mis recuerdos, toda su vida perdurará como una hermosa y eterna instantánea que nunca envejecerá.
Por el recuerdo de mi abuela, con amor.
-.Emnis
Mi abuela merecía morir a los 120 años y no a los 63. Antes de enfermar tenía entonces la misma edad que tiene hoy mi madre y estaba llena de mucha vitalidad. En su cara aún perduraban las huellas de un accidente que le provocó una fractura en la mandíbula, pero era un bello defecto que la caracterizaba por una sonrisa especial y una expresión de fuerza y nobleza a la vez, que era difícil no amarla con tan solo una mirada. Pilar de una familia numerosa que crecía revuelta, pero unida en torno a su vida. Era la matriarca de un clan familiar que llevan más rasgos de ella que de mi abuelo, y no faltaban nietos para entretenerla un rato, y aún así era intensa con todos y cada uno de nosotros.
Quedarnos al cuidado de mi abuela mientras mi madre trabajaba, era como estar en un cole sin perímetros ni reglas, pero con una permisibilidad controlada, y aunque delante de su naríz mi primo perdió dos dientes, mi hermana mudaba una vez más el pellejo de su maltrecha rodilla y yo me precipitaba por un agujero a más de tres metros, al final de la jornada terminabamos todos sentados, bañados, remendados, peinados y listos para la repratriación familiar como si nada hubiese pasado.
Verla cada día era una bendición. La abuela era como un regalo en forma de ángel sabio ante nuestros ojos, y pese a que no encontró la cura para su cáncer, tenía remedios para todo y para todos. La recuerdo invocando a los santos mientras hacía cruces en mi panza, me recomponía el estómago con masajes en las piernas o me quitaba la picazón del cuerpo con mejunjes de romerillo. Sus manos santas curaban erisipelas, malos augurios y hasta dolores de muela. Pero lo mejor estaba en su alma, porque con su bondad, curaba también desamparos, rechazos y soledades. Su infinita generosidad hicieron de ella una mujer piadosa y quienes a su lado buscaron ayuda, encontraron lo mejor del ser humano.
Su muerte seguirá siendo el flash que me deslumbre el alma por momentos, pero en mis recuerdos, toda su vida perdurará como una hermosa y eterna instantánea que nunca envejecerá.
Por el recuerdo de mi abuela, con amor.
-.Emnis
martes, 7 de junio de 2016
"Eternas ganas de amarte como eres"
Quizá pienses que nadie te quiere,
que nadie suspira sintiendo tu olor ya cerca, ya confundible.
Puede ser que creas
que con tu pasar de huracanes
solo hayas cultivado enemistades, vícios, picardías,
experiencias amargas y regocijos malvados.
Que solamente merezcas comentarios indigestos
y chismes con labios apretados.
Así, así como tu vecina,
la que tiene el marido alcohólico
y su hijo mayor cumple cárcel por actos de terrorismo.
Mas por sentado que te odien,
que te odien por liberal, por joven,
por desparramar risas y tararear canciones de moda,
por esconder tristeza tras la más pequeña y dulce de tus miradas,
por responder con una sonrisa al piropo de la exconvicta
que vive en la esquina.
Es verosímil que no creas en los santos,
que ni siquieras leas la Biblia que tanto manoseaste
y que ahora se pudre en un rincón
sinvindo de pasto a las polillas.
¿Mas, de dónde vendría yo?
¿De qué raza degeneré?
¿De cuál de las doce tribus de Jerusalén me expulsaron?
¿De qué cataclísmo salí ilesa, si no te amara como te amo?
Si no llegaras como un rayo trastocando mi cara cual "Estatuas de Pascua"
en la más plácida actuación de una de las caricaturas de Walt Disney.
Si no terminara mi carrera de hierbas y fango,
de hormigas y bananas con velocidad cósmica
para correr donde tu fuerza, tu presencia, tu experimentada voz,
voz sobre andamiaje sabio,
andamiajes con vigas de vivencias y tornillos de moralejas.
¿De qué virtud me podría vanagloriar
si no fuera la de encenderte un cigarrillo
o darte mi opinión quijotezca en tiempos de sequía en tu alma,
o en momentos de presencia de esa infertilidad
que a veces nos aqueja la conciencia?
Yo, de las dos, la menor,
que miramos durante nueve meses
las pinturas rupestres de una misma caverna,
pero en tiempos disímiles;
no tengo que acudir a sortilegios,
no tengo que recurrir a magos, hechiceros,
ni al señor de los anillos, para lamer tu culpa,
para extinguir las fuerzas que escaparán tus juegos
y gritar, no con voz, no con alaridos, ya no con palabras,
sino con mi presencia, mi paciencia y mi fuerza.
Para repeler con manos atadas
y poner en juego hasta la geografía de mi rostro,
para torturar a quien te golpea,
para vocear a quien te hiere,
para mofarme de quien te critique
y para dar a probar del amor
a quien te envidie.
-.Emnis
miércoles, 1 de junio de 2016
"No es casual"
En un mundo lleno de posibilidades,
que tú fueras parte de mis deseos
no fue una casualidad.
Fue la consecuencia de nuestras vidas
viajando en paralelo
y que encontraron sensaciones comunes
en un mismo punto de encuentro.
Bastó un segmento de distancia
y dos cuerpos en el mismo plano,
dotados con la capacidad de amar,
para encender esa chispa de la vida una y otra vez.
Electricidad saliendo por la punta de los dedos,
buscando intensidad de carga en polos opuestos,
y sin tocarnos, prendió la chispa
que quemó la carne y encendió mis huesos.
En un mundo repleto de muchos,
fuiste tú, precisamente mi todo,
y no fue una casualidad.
Fue una mirada lanzando intensiones
sobre tu calma
y en el encuentro dos cuerpos repletos
de intensiones y ganas.
-.Emnis
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