Nací un doce de primavera bajo el signo de la cabra, era jueves y aunque por norma, según el horóscopo, toca que sea el martes mi día ideal, la verdad es que no ha sido así a lo largo de mi vida. Eventos como mi graduación de médico fue un viernes, mi casamiento un jueves, mi liberación para salir del país un miércoles, llegué a Europa por primera vez un viernes. Ah, y perdí mi virginidad en algún que otro fin de semana allá por los años 90. Así que puedo asegurar que mi astrología va muy oblicua a los designios del firmamento... El martes no supone para mi ningún día con especial encanto. Ni siquiera Marte por ser casi tocayo con martes es mi planeta favorito, el universo es demasiado grande e interesante como para detenerme solamente allí. La Luna me cae mejor.
Un martes cualquiera reí, lloré, amé, canté, bailé, escribí, y hasta soñé con volerte a ver, pero también pasó un lunes cualquiera y un jueves y el viernes y pasa hoy que ya ves, es miércoles y regresé, porque el sábado y el domingo te pensé y, porque siete nombres en la semana no son suficientes si no te veo y siento que el ciclo se vuelve interminablemente corto y aburrido.
-.Emnis
martes, 17 de octubre de 2017
lunes, 26 de junio de 2017
"La Patria se me muere"
Ilustración por Yasser Castellanos de la serie Pensando en Cuba. |
Donde ahora hay grises, antes resplandecían colores mates y brillantes. Una luz amarilla cuelga de un cable y en el rincón se descama un mueble por el tiempo y sus brisas. Inconfundible diario a cuatro hojas y una tele gorda cuidada con mimo me rebela una imagen analógica y opaca de un canal educativo que saltó fronteras y se coló justo en ese sitio y a esa hora. De este a oeste un ventilador revuelve el aire caliente y sobre la mesa un jarrón con una flor de girasol.
Humildad, modestia, orden y resignación, mucha resignación balanceándose mientras la mirada se pierde puerta afuera y se aleja buscando una salida de escape, un espectro que les cruce al otro lado, hacia un algo que es real. Un que se yo que a ellos, aún se les resiste.
En casa de todos, unos con más, otros con menos, voy entrando y saliendo sin dejar impronta, solo un saludo y afecto. Pero los veo, hace años que no lo notan, yo sí, y aunque les quiero reconozco que son débiles, incapaces de ofrecer resistencia porque carecen de confianza en sí mismos. Están demasiado asustados como para compartir su odio contra una escasez que no merecen. Murmurar en la intimidad sobre la inconformidad, es un deseo incontenible a la luz del día y se refugian en la esperanza de que algún día alguien con más valor y confianza destape la caja de Pandora y se levante para opinar sin miedo. Me miran y tras conocer mis llanos pensamientos se les palpa en el rostro la pregunta ¿Y de qué nos sirve pensar como tú? Y asumen el sacrificio sin más objetivos que un futuro incierto. La dictadura les cambió de logo y aún se resisten a reconocerla.
Algunos me preguntan sobre España y sus crisis, como tratando de invocar al más allá y viajar en el tiempo, pero los encantados y los dopados por la miseria solo me recuerdan lo que yo ya sé, lo que no olvido, lo que bien viví. Retóricas de una vida que muta lentamente y que me toca en la distancia porque detrás, los míos. Imposible alejarse, imposible ser solo poeta y elegante, hay que ser confesor y apretar los labios para no profesar más odio y rebeldía en una tierra que me trata como una hija ajena.
Cuando conocí a mi vecina, la de la esquina, le dolía el alma, pero el dolor nunca curó y le sigue pasando factura, sin remedios, ni cura. Dos calles más arriba los mismos portales apuntalados, escombros perpetuos del penúltimo huracán y una calle polvorienta. Dentro de la casa siguen temblando los cristales tras el paso de camiones, y por las rendijas se cuela el polvo imperecedero que vuelve una y otra vez.
La gente pasa, reconoces con dudas aquel chico del 11no.B que en su espalda lleva la fatiga intercambiable de toda su vida. La plaza ya no es un lugar grande, antes no veía su desaliño y ahora me parece tan marginal y decadente que ni siquiera me parece familiar.
Regresar se me ha vuelto un mero trámite, un cumplido, una especie de pase de lista para decir "¡Presente!" y seguir.
Me siento como si hubiese nacido en otro mundo. Tal vez sean los años, pero comienzan a aparecer lagunas que ahogan los recuerdos y al desecar la realidad solo quedan ruinas.
Siento lástima, la Patria se me muere. A duras penas sobrevive mi bandera como un souvenir mas detrás de mi puerta. El pasado corre por mis venas moribundo y mi presente es un antígeno comiéndoselo todo. La distancia se ha convertido en una trampa mortal para aquellos días de gloria. Y salir me arrebató el apego.
-"¡Ayyyy... cuando te adaptas a lo bueno, eh!" Me dicen.
¿Qué es lo bueno? ¿Cuándo te adaptas a lo bueno? Creo que se trata más de perspectivas y de épocas que de definiciones. El paraíso era mi barrio y sus veredas, mi escuela, mis primos y mi abuela. Pero también lo es mi vida ahora en otra tierra.
Mi refugio es la familia que se extraña, pero ya no mi escuela, ni el barrio, ni mi bandera. Y sí, no es la tierra, ni la yerba, pero tampoco es a quien la oprime ni a quien la ataca, lo siento Martí, hace mucho que tus letras salieron de mi cabeza, y ya no hay amor, ni odio, ni rencores, ni lemas, porque sencillamente Martí, ahora versa otra realidad que no me llena.
-.Emnis Campos Calzado.
domingo, 21 de mayo de 2017
Lejos de todo.
Foto tomada del blog www.lasmujeresquehayenti.com de Elena Caballero Arenas
Pongo un pañuelo sobre la hierba y me dejo caer. Dos minutos después no paro de sacudirme las hormigas, la paja que cae del pino y una mosca a la que le sigo el rastro porque aterriza cada dos por tres sobre mi cara y brazo y la he visto volar cerca del rastro que dejó la mierda de mi perro en el patio. Llevo gafas de sol bajo la sombra, un libro, el móvil y un vaso. Sobre mi panza un frasco de protector solar para darme donde el sol quema de medio lado, y es ridículo, sí, RI-DÍ-CU-LO, también llevo medias, jajaja. "Estoy en bikini y llevo medias; menudo cuadro." (no pongo la foto porque me da vergüenza)
Miro a la derecha, luego a la izquierda, me muevo. El cojín de mi cabeza demasiado bajo para ver las letras y a mi nalga le molesta algo bajo la maleza. Me paro y con un gesto de enfado recojo todo y voy a dar a un asiento muy cómodo que hay justo frente a mí. Menos de cinco minutos duró mi puesta en escena. - Reflexiono: ¡Qué mierda! Y me pongo a escribir:
Que lejos estamos de todo.
Que fácil nos damos por vencidos.
Una mosca me fastidia el momento
y una grama me desinfla.
Que miedo a ensuciarnos la ropa.
Que reacción violenta al polvo.
Que pánico a la mierda.
Una puesta en escena con tanto color y yo ciega.
Cada vez más lejos, cada vez más solos.
Y así va todo.
El techo, una sombrilla, una capa en vez del cielo y más mentiras.
Vista en el móvil, cascos que perforan tímpanos y miradas por el suelo.
Perdidos, saludos huérfanos.
La vida pasando y nosotros tuertos.
Cada vez más lejos, cada vez más solos
Y así va todo.
Compartir sonrisas ya es obsoleto
Muros, cortinas, claves
cifrar la vida y problema resuelto..."pensamos"
Y así va todo.
Segundos pasan, un viaje corto,
no hay vuelta atrás y yo,
mirando el pino, la grama y a mi perro jugando solo.
Cada vez más lejos, cada vez más solos
Y así va todo.
De qué me sirven los ojos si solo miro mas poco observo.
De qué me sirve la vida si solo vivo mas poco vuelo.
De qué me sirve si yo camino y no dejo huellas tras cada paso.
De que me sirven los labios si no hay poesía, ni besos, ni cantos.
Me paro y corro, mas no me caigo,
no hay experiencias, solo cansancio
Y así va todo.
Hasta que decido pararme, cambiar mi mundo y decirle adiós
a lo que nunca hago.
Tocar la tierra, oler el pasto,
correr descalza y mirar despacio.
-.Emnis Campos Calzado.
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