No espero un antes y un después tras cada
reflexión que me planteo, pero me quedo con el gran alivio que siento al
emancipar mis ideas, esas que renacen en esta otra etapa de mi vida y que
ahora, gozando de total independencia,
les doy el privilegio de la libertad que nunca antes tuvieron.
Quienes me conocieron en
Cuba supieron de mi carácter, de mis convicciones y de toda aquella
ideología en la que creía y defendía con creces, pero que hoy con marcada
diferencia he optado por el cambio. Esto no ha sido cuestión de días. No bastó
un abrir y cerrar de ojos para transformar mis sentimientos; por el contrario, ha
pasado mucho tiempo y con el, etapas necesarias en las que poco a poco he ido adquiriendo la
capacidad de obrar por reflexión y elección propia hasta liberarme de lo que
decidí ya no formaría parte de mi vida.
Digo esto porque he visto y escuchado reacciones significativas a raíz de la visita de Obama a
Cuba, unas a favor, otras en contra y unas más mediáticas que otras. Pero también
saltan a la palestra indignados que tienen sus puntos de vista en su desfasada
convicción y que no por ello hay que lapidarles.
En Cuba son muchos los
que públicamente se suman al clamor de la independencia y la democracia, pero no
son mayoría y los que se atreven a desafiar los micrófonos para expresar lo que realmente piensan todavía no componen
un verano. Pero también quienes sí se sienten identificados con el sistema en
el que siempre han vivido no disimulan su orgullo y lo gritan a voces. Normal,
espero que muchos de los que estamos del lado de acá, atentos a la crítica
libre no hayan olvidado lo mucho que compartíamos los mismos ideales y lo
difícil que se hacía y cuesta aún opinar lo contrario.
Son tiempos de cambios, es
verdad, la humanidad evoluciona a un ritmo muy acelerado, pero no esperen un
milagro en Cuba tras la visita de Obama. Lo acontecido ha sido solo un permiso
en la historia de la isla donde los más afortunados fueron los medios de prensa
y las cámaras.
Acertar cuando se critica
a un sistema o convencer cuando se le defiende, es un juego de roles en el que
quienes nos implicamos fallamos o no. Hablar de Cuba, mi país, es muy controversial. Hay muchas cosas buenas y otras
malas y cada quien escoge con cuál de
ellas entretenerse. Muchos saben que para los cubanos de barrio adentro la vida puede ser muy hostil, pero para ellos
es una vida conocida, y sobrevivir en ella ha sido su única identidad cotidiana,
así que cualquier voz de cambio es sacarles de su zona de seguridad y,
llevarles a otra con mejor confort crea incertidumbre. Pasa que hay quienes duermen toda una vida sobre
el suelo y acostarse en un colchón de
plumas le puede parecer incómodo. Han sido muchísimos años viviendo bajo una
fórmula muy estudiada y alterar el orden confunde al entretenido.
Los listos aprovecharon
su ingenio y dieron el salto, felicidades
por ello, pero los obedientes, que fuimos muchos (y me incluyo porque hasta
hace unos diez años pensaba como la mayoría),
se quedaron en las filas de la eterna cola que aún les mantiene
organizados. En Cuba hay mucha gente dispuesta a defender su identidad, una
identidad muy enraizada en un pasado que les ha enseñado que no hay mejor
camino que el socialismo. Un pasado proletario metido en sus genes que los alejó
de cualquier pluralidad y en la que el gen dominante ha sido un partido
político único con toda su hegemónica influencia en función de las masas, sin alternativas,
sin otro rumbo que no fuese el que ellos se plantearon.
¿No sé por qué puede
causar asombro el que una federada cubana critique el discurso de Obama o que
un joven socialista defienda con total parangón
su amada revolución socialista? Pero como sé que a lo bueno y a la libertad
nos acostumbramos muy rápido y olvidamos ciertas cosas, voy a recordarles un
tanto la memoria para que interpreten y no se asombren del que piensa diferente.
La Revolución Cubana emanó de una Sierra Maestra conquistada por rebeldes, rebeldes que desde el minuto cero se pusieron a la vanguardia de todo y erigieron “sin preguntar” la cima hacia donde debía de ir encaminado el pueblo. Una guerrilla que impuso sus propias leyes siempre bajo el odio eterno al enemigo, una guerrilla resentida hasta el tuétano que irrumpió en nuestras vidas con el pretexto de salvarnos y claro, ante tal resurrección no hubo tiempo a la reacción, los inconformes se fueron y los que se quedaron, obedecieron y cooperaron con el naciente partido, quedando en tal deuda y tal voluntaria sumisión que ignoraron el poder que le estaban confiriendo a los recién llegados. Se forjó entonces un sistema tan colectivo y próspero entre sus miserias, que el que no exilió y se quedó en medio de su inconformidad, fue controlado, castigado y reprimido por la misma comunidad. La pobreza era tan grande y tan generalizada que la ignorancia sacó sus propias conclusiones y pensó que aquello era lo legítimo. Y así, se nos entregaron tierras y propiedades confiscadas de “los malos”, que ahora cambiaban de dueño y que seguían siendo propiedades del estado en manos de todos pero con el control estricto de ellos… Un “ Vaya, te lo regalo, pero no lo puedes vender, ni hacer lo que quieras con el.”
La Revolución Cubana emanó de una Sierra Maestra conquistada por rebeldes, rebeldes que desde el minuto cero se pusieron a la vanguardia de todo y erigieron “sin preguntar” la cima hacia donde debía de ir encaminado el pueblo. Una guerrilla que impuso sus propias leyes siempre bajo el odio eterno al enemigo, una guerrilla resentida hasta el tuétano que irrumpió en nuestras vidas con el pretexto de salvarnos y claro, ante tal resurrección no hubo tiempo a la reacción, los inconformes se fueron y los que se quedaron, obedecieron y cooperaron con el naciente partido, quedando en tal deuda y tal voluntaria sumisión que ignoraron el poder que le estaban confiriendo a los recién llegados. Se forjó entonces un sistema tan colectivo y próspero entre sus miserias, que el que no exilió y se quedó en medio de su inconformidad, fue controlado, castigado y reprimido por la misma comunidad. La pobreza era tan grande y tan generalizada que la ignorancia sacó sus propias conclusiones y pensó que aquello era lo legítimo. Y así, se nos entregaron tierras y propiedades confiscadas de “los malos”, que ahora cambiaban de dueño y que seguían siendo propiedades del estado en manos de todos pero con el control estricto de ellos… Un “ Vaya, te lo regalo, pero no lo puedes vender, ni hacer lo que quieras con el.”
Lo reconozco: Yo fui parte
de esa masa preparada, yo fui la célula
replicada de mi madre que nació en el agar-agar adecuado aprendiendo a distinguir al enemigo y ayudando
a replicarme entre los equivocados para anularlos y sumarlos. Para nadie es un misterio que a cambio de salud, educación e igualdad entre
el hombre y la mujer, se nos restringieron los derechos civiles, se nos
anularon los derechos políticos, la libertad de elegir, de expresarnos
libremente y nos divorciaron de cuantos
elementos externos pudieran hacer despertarnos
del letargo. Fueron auténticas Tácticas Fabianas que nos desgastaron y que cauterizaron
en nuestras mentes la idea de lo que pudo ser una sociedad democrática que no
llegó ni por asomo. Según fui aprendiendo y engordando del marxismo-leninísmo,
no necesité saber lo que significaba la democracia y poco a poco “me radicalicé
“. Yo también llegué a pensar como ellos, sí como la federada y como el joven
comunista, porque fui parte de todo eso y no me avergüenzo, sencillamente
no tenía la oportunidad de ver más allá
de mi nariz.
Pero el tiempo es juicios y todo lo pone en su lugar. Son momentos innegables de grandes avances tecnológicos, avances que nacieron del ingenio humano
y precisamente es el ingenio humano el que hace que los cubanos salten los
muros de la censura y corrijan su destino,
debilitando poco a poco al poder unitario y dejando que aflore la pluralidad y la convivencia. Y lejos de diferenciar,
de señalar y de reprochar al que piensa diferente, hay que
tratar de llevar el cambio desde la razón y la concordia y pensar que los cubanos
antes de liberarse de un régimen totalitario, primero tendrán que liberarse de
sus viejas y arraigadas convicciones. Ignoramos muchas libertades democráticas, ignoramos hasta nuestros derechos humanos fundamentales porque nunca a nuestras manos llegaron de forma clara ni numerados. Tendremos que aprender a madurar, tendremos que alfabetizar nuestra cultura económica, aprender de leyes, de comercio, de política, perder el miedo y reclamar derechos y solo entonces cuanto estemos preparados y educados para salir del subdesarrollo social, sabremos el poder que tenemos como pueblo y como masas para triunfar.
-.Emnis Campos Calzado
-.Emnis Campos Calzado