Estamos asistiendo al funeral de una vieja reliquia que debió de ser eterna. Nos hemos quedado en el umbral de la espera de aquellas letras que quedaron estancadas por el paso y el cambio de los tiempos.Ya nadie escribe secretos sobre hojas de papel, ya nadie suspira en un rincón apretando contra el pecho un pergamino frágil surtido de frases y palabras de cariño.
¿Dónde ha ido a parar el aroma embriagador de tus declaraciones de amor entre tintas y borrones?
Es una pena que el rito de una carta se apague eclipsada por el brillo frenético de las tecnologías. Ideas que viajan sin escalas entre fibras y ventanas emergentes salidas de la nada por el simple hecho de ser llanamente sencillo. Ya nadie repara en sellos ni sobres, ya nadie acumula noticias ni historias. Ahora las ideas brotan a chorros como tuberías rotas, por una vía virtual que transporta palabras, muchas veces vacías, sin olor, ni color. Los tiempos cambian y con ello las reliquias, los hábitos y las costumbres; pero nadie impedirá que yo siga aquí esperando en un rincón, cartas y posdatas que no llegan.
-.Emnis